Eras fuego. Eras brasa.
Eras ceniza. Luego
renacías. La noche
me demostró que nunca
se acabará la sed,
por más que se traslade
a otra llama, otro rostro,
otro cuerpo. La noche
me demostró quién eras:
incendio de eucaliptos
a finales de marzo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario