¿Te acordás? Eran días
de lobreguez. Prendiste
el primer cigarrillo
de tu vida --¡qué imberbe!--
por llamar a esos labios
que nunca más te fueron
proclives. Hoy las venas
de tus manos están
gordas y tus pulmones
ya no dan más: el aire
te está faltando. ¡Cómo
ha sido para vos
el amor! Como curas
perversos de esperanza.