Llegan como en murmullos las voces, esporádicas,
serenas, despaciosas como el ala de un ángel;
fugaces como el roce de una súbita brisa
que nadie envía: sopla levemente y se va.
Algo quieren decirme. El eco que se efunde
en mi interior resuena por algunos segundos.
Luego viene el olvido que el silencio propone
y se amansa la mente, que de pronto relumbra.
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