Siempre el mismo lugar:
una pieza vencida
no por el canto sino
por las horas, salvajes
en su quietud huraña
y fementida. Supo
dormir tu dócil cuerpo
a mi lado. Fue como
vivir un siempre. (Fue
como una bendición
maternal.) Me dijiste
que llorabas de noche,
a veces. No impedí
que te fueras. Y nunca
más regresó ese siempre.
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