"Lástima que mataron
a Hitler", me confía
un vecino en la calle.
"Esos negros de mierda,
esos judíos siguen
arruinando las cosas."
Ese hombre está solo,
a merced de los medios
y la angustia. Descarga
contra el pasivo chivo
del dolor. Yo lo escucho
y me alejo. ("Jamás
le creas a tu mente
del todo", se me ocurre
murmurar: sin porqué.)
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