Has obviado a la gente,
a los poetas. Como
un niño enfurruñado
permanecés en casa,
encerrado a la vida,
a los claros afectos
del abrazo y la amable
palabra que saluda
o se despide. Quién
te buscará. (Las letras
de un libro que se ignora
caen y caen, tristes.)
Regresá a la Ciudad,
al trato con los tuyos.
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