Una desconocida
yace a mi lado. Llora
mansamente, en silencio,
bajo sábanas sucias.
Mañana partirá
a más tardar y nadie
sabrá de ese silencio,
de ese llanto del alma.
Me levanto y le escribo
en caliente un adiós:
"No vuelvas. No me olvides.
No me llames. No llores."
No hay comentarios.:
Publicar un comentario