Desde hace siete años
que mi madre está triste.
Dos de sus nietas, hoy,
le regalaron flores:
dos girasoles, rubios
ojos que nos deslumbran.
Y un florero renueva,
silente, la memoria.
Mi madre ahora duerme.
Juega con los recuerdos.
(Él ya no está. Está triste
--como mi madre-- allá.)
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