Pensamos que, al hacer
poemas que, creemos,
entregan lo mejor
de nosotros, el Mundo
aceptará que somos
tal cual esa apacible
versión. Pero las cosas
nunca fueron tan fáciles.
El Mundo apenas lee;
a lo sumo se inclina
sobre la prosa fúlgida
de la ganancia. El Mundo
jamás se embarcará
en nuestras pendejadas.
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