El alma, que está quieta
como el mundo (que no
pretende perdurar),
percibe cada imago
que en su interior se forma
y sin más la reduce.
¿Es que el gemelo puja,
quiere aflorar? No hay nadie
que, si no se conoce,
lo sepa. Sabiamente
el alma se desliga
de todo laberinto
vincular, se desmarca.
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